Glasgow's Red Road flats 1960s by Rob Cartwright photography
El pasado mes de julio la Agencia Nacional de Gestión de Activos de Irlanda (NAMA) puso en marcha un plan de demolición de ciudades fantasma integradas por proyectos urbanísticos inacabados tras el crack de la burbuja inmobiliaria. Un plan que se inició con el derribo por motivos de seguridad de un bloque de apartamentos en Longford. Una decisión drástica y complicada, pero que tal y como afirma la ministra de vivienda irlandés, Jan O’Sullivan, cuando la coyuntura socio-económica hace inviable mantener estas operaciones urbanísticas, la opción más sensata desde el punto de vista de la seguridad ciudadana y desde el punto de vista medioambiental, es derribar.
Según datos oficiales, en Irlanda se construyeron más de medio millón de viviendas en el transcurso de 10 años, en un país donde viven unos 4,5 millones de personas. En estos momentos el 15% de las viviendas permanecen vacías, es decir, alrededor de unas 294.000 viviendas. A esto hay que sumarle el desplome de los precios de la vivienda de hasta el 50 %, llegando incluso a caer hasta el 65% en la capital de Dublín, según datos de la agencia estatal Lisney. Datos a los que hay que sumarle las viviendas aún por terminar en los 1850 desarrollos urbanísticos paralizados por el pinchazo de la burbuja inmobiliaria en 2008.
Glasgow's Red Road flats 1960s by Rob Cartwright photography
Con estos datos, no parece que el stock inmobiliario vaya a absorberse a corto o medio plazo, y más teniendo en cuenta la situación económica del país y la poca capacidad de endeudamiento de las familias. Según palabras de 0’Sullivan "No hubo planes de urbanismo, ni control apropiado, ni una regulación apropiada de las instituciones financieras para otorgar préstamos", se lamenta el ministro de Vivienda. Por tanto, la solución pasa por priorizar aquellos desarrollos urbanísticos más viables, estudiando fórmulas que garanticen el acceso a la vivienda a precios razonables, y tomar decisiones de urgencia en aquellos otros desarrollos que no tengan viabilidad.
En este sentido, el gobierno irlandés y el ‘banco malo’ Nama han destinado alrededor de 8 millones de euros para afrontar los costes de finalización, priorizado aquellos desarrollos que se encuentren en las últimas fases de construcción, para destinarlos a la venta directa a particulares o a vivienda social, según los planes de 0’Sullivan.
Glasgow's Red Road flats 1960s by Rob Cartwright photography
El bloque demolido hace unas semanas estaba situado a unos 72 kilómetros de Dublín, en una zona en la que se proyectó la construcción de 220 casas unifamiliares y tres bloques de apartamentos, de las cuales sólo se terminaron 90 casas y una parte de uno de los bloques. La falta de financiación para concluir la operación tras el bloqueo financiero, la fuerte caída de precios en la capital de Dublín y el exceso de oferta inmobiliaria, han condenado estas urbanizaciones al más completo abandono. Un paisaje de calles sin urbanizar, grúas y esqueletos estructurales, fachadas inexistentes y solares abandonados, que suponen un riesgo medioambiental, además de un problema de seguridad ciudadana y vandalismo.
Pero estos procesos de destrucción no son algo nuevo. Ya en la década de los 90, muchos barrios de Houston y Atlanta se vieron inmersos en procesos de degradación urbana irreversibles, derivados de la pérdida de su valor de mercado tras la crisis de los 70 y el éxodo de sus habitantes a zonas más prósperas. El gobierno estadounidense para minimizar el impacto urbano de la ocupación ilegal y el vandalismo de estos barrios, pasó de destinar recursos para la construcción de viviendas a financiar su destrucción a través de los programas HOPE del Departamento de Vivienda y Desarrollo Urbano. Desde mediados de los 90, estos programas HOPE han invertido más de 200 millones de dólares en la demolición selectiva de más de 70.000 viviendas. En el caso irlandés, el objetivo de las demoliciones programadas de O’Sullivan en aquellos desarrollos sin viabilidad económica, es devolver el suelo a su estado natural, es decir, borrar cualquier huella que revele los excesos urbanísticos pasados y destinar los terrenos a lo que fueron en principio: fincas rústicas destinadas a la ganadería y la agricultura.
Glasgow's Red Road flats 1960s by Rob Cartwright photography
La comparación de Irlanda con la de España es inevitable. El reciente anunció de la creación de un ‘Bancomalo’ en España para que las entidades financieras puedan transferir sus activos tóxicos es equiparable al Nama Irlandés. Y no es para menos, la situación de la industria inmobiliaria española es asfixiante, las expectativas del mercado negativas y la imagen de barrios y urbanizaciones fantasma recorren todo el territorio nacional, concentrándose mayormente en la costa.
Algunos expertos apuntan a que es sólo una cuestión de tiempo que estas demoliciones sean una realidad en España. A tenor de los últimos datos, sólo aquellas promociones que cuenten con una demanda objetiva y que consigan revalorizarse, acabarán terminándose y entregándose. Pero el exceso de oferta inmobiliaria y los problemas de financiación, obligarán a muchas promociones a seguir bajando sus precios para seguir dentro del mercado.
_
Imágenes de Rob Cartwright
[Este artículo ha sido escrito con carácter divulgativo, así que estaré encantado de que lo compartas en cualquier otro medio siempre y cuando cites al autor y lugar de procedencia.]
No hay comentarios:
Si te a gustado o quieres hacer una consulta sobre el tema, deja tu comentario. Estaré encantado de ayudarte y/o conocer tu opinión sobre el tema. ¡Gracias!